KYRIE: Señor ten piedad (Liturgia - Cristóbal Fones)
ANTÍFONA DEL SALMO: Mi alma se regocija (Lucas 1,46-50.53-54 - Marcelo Cid)
ANTES DEL EVANGELIO: Maranathá (Isaías 61,1 - Pauk André Durocher)
DESPUÉS DEL EVANGELIO: Preparad
ORACIÓN UNIVERSAL: Oh Señor (Liturgia - Marcelo Cid)
SANCTUS: Santo (Liturgia - Vicente Bianchi)
ACLAMACIÓN CONMEMORATIVA: Anunciamos tu muerte (Liturgia)
GRAN AMÉN: Amén ("Por Cristo tradicional", Liturgia)
DOXOLOGÍA: Tuyo es el Reino ("La Mesa de todos", Liturgia - Cristóbal Fones)
AGNUS DEI: Cordero de Dios (Liturgia - Fernando Leiva)
COMUNIÓN: Toda la tierra
REFLEXIÓN: Maranathá (Salvador Gutiérrez)
1ª Lectura: Isaías 61,1-2a.10-11
Lectura del libro de Isaías.
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación de los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor. Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque Él me visitó con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas. Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.
R. Mi alma se regocija en mi Dios.
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi Salvador, porque Él miró con bondad laa pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz. R.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es Santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. R.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia. R.
2ª Lectura: 2 Tesalonicenses 5,16-24
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas. Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo sus ser - espíritu, alma y cuerpo - hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la Luz, sino el testigo de la Luz. Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: "¿Quién eres tú?". Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió. Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías ni el Profeta?". Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
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