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Aquí encontrarás los cantos que semana a semana cantamos en la Eucaristía Dominical.
Haz clic sobre el nombre de cada canción y encontrarás su letra (y en algunos casos el audio).





Esquema de Cantos Domingo 18/04/10

3° Domingo de Pascua
ENTRADA: Cristo, el Señor, resucitó (Paula Richards - Cristóbal Fones)
KYRIE: Señor ten piedad ("Corto", Liturgia)
GLORIA IN EXELSIS DEO: Gloria (Liturgia - A. Nebreda)
ANTÍFONA DEL SALMO: Yo te glorifico, Señor (Salmo 29 - Marcelo Cid)
ANTES DEL EVANGELIO:
Aleluya ("Epístola", Liturgia - Marcelo Cid)
DESPUÉS DEL EVANGELIO: Tú sabes que te amo ("Corto", Hermana Glenda)

ORACIÓN UNIVERSAL: Oh Señor (Liturgia - Marcelo Cid)
PRESENTACIÓN DE DONES: En tu altar
SANCTUS:
Santo (Liturgia - Cristóbal Fones)
ACLAMACIÓN CONMEMORATIVA:
Anunciamos tu muerte (Liturgia)
GRAN AMÉN:
Amén (Liturgia - Camino Neocatecumenal)
PATER NOSTER: Padre Nuestro (Sagrada Escritura - Gabriel Mendoza)
DOXOLOGÍA: Tuyo es el Reino ("La Mesa de todos", Liturgia - Cristóbal Fones)
AGNUS DEI:
Cordero de Dios ("Lento", Liturgia)
COMUNIÓN:
Haces nuevas todas las cosas (Eugenio Jorge)
REFLEXIÓN: Es el Señor (Paula Willumsen)
ENVÍO:
Regina Coeli (Tradicional Litúrgico - Marcelo Cid)

Color: Blanco

LECTURAS

1° Lectura: Hechos 5,27-32.40-41

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: “Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!”. Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A Él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen”. Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús.
Palabra de Dios.

Salmo: Salmo 29,2.4-6.11-12.13

R. Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.

O bien: Aleluya.

Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R.

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría. R.

“Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor”. Tú convertiste mi lamento en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.


2ª Lectura: Apocalipsis 5,11-14

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, oí la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente: “El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza”. También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: “Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos”. Los cuatro Seres Vivientes decían: “¡Amén!”, y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.

Palabra de Dios.
Aleluya: Liturgia

Aleluya

Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo.

Evangelio: Juan 21,1-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de os discípulos se atrevía a preguntarle:uién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús esucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguuntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.


Palabra del Señor.

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