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Aquí encontrarás los cantos que semana a semana cantamos en la Eucaristía Dominical.
Haz clic sobre el nombre de cada canción y encontrarás su letra (y en algunos casos el audio).





Esquema de Cantos Viernes 25/12/09

Natividad del Señor
Misa del Día
ENTRADA: Vayamos cristianos
KYRIE:
Señor ten piedad (Liturgia - Cristóbal Fones)
GLORIA IN EXCELSIS DEO: Gloria (Liturgia - A. Nebreda)
SALMO: Los confines de la tierra (Salmo 97 - Marcelo Cid)
ANTES DEL EVANGELIO:
Aleluya (Liturgia - Marcelo Cid)
DESPUÉS DEL EVANGELIO: Dios con nosotros (Andrés Castro)

ORACIÓN UNIVERSAL: Escúchanos Señor (Liturgia - Marcelo Cid)
PRESENTACIÓN DE DONES: Vengo de lejos (Felipe Castro - Andrés Castro)
SANCTUS:
Santo (Liturgia - Fernando Leiva)
ACLAMACIÓN CONMEMORATIVA:
Anunciamos tu muerte (Liturgia)
GRAN AMÉN:
Amén ("Por Cristo tradicional", Liturgia)
PATER NOSTER: Padre Nuestro (Sagrada Escritura - Gabriel Mendoza)
DOXOLOGÍA: Tuyo es el Reino ("La Mesa de todos", Liturgia - Cristóbal Fones)
AGNUS DEI:
Cordero de Dios ("Lento", Liturgia)
COMUNIÓN:
Gloria cantan (Tradicional Francés)
REFLEXIÓN:
Como en Belén
(Marcelo Cid)
ENVÍO: Noche de paz (Franz I. Grüber - José Mohr)


Color: Blanco


LECTURAS

1ª Lectura: Isaías 52,7-10

Lectura del libro de Isaías.

¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación y dice a Sión: «Tu Dios reina»! ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión. ¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su pueblo, Él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

Palabra de Dios.

Salmo: Salmo 97,1-6

R. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.


El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel.
R.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.


Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R.


2ª Lectura: Hebreos 1,1-6

Lectura de la carta a los Hebreos.

Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. Él es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. Él sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a lo ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia. ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy»? ¿Y de qué ángel dijo: «Yo seré un padre para él y él será para mí un hijo»? Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: «Que todos los ángeles de Dios lo adoren».

Palabra de Dios.

Aleluya

Aleluya

Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.


Evangelio: Juan 1,1-18

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: «Éste es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.

Palabra del Señor.

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